Aunque los bebés llegan al mundo y nos llenan de amor y esperanza como si fueran un rayitos de sol, hay algunos que nacen con condiciones especiales y nos demuestran que a pesar de ser tan pequeñitos, tienen la fuerza suficiente para aferrarse a la vida.
Así ocurrió con la pequeña Paisley, quien al nacer tenía una lengua de tamaño adulto porque padecía del Síndrome de Beckwith-Wiedmann. Con trabajos podía comer y respirar, ni siquiera podía sonreír…
Los primeros días de vida estuvo conectada a un respirador artificial para poder adaptarse al mundo sin problema.
Este síndrome afecta a uno de cada 14 mil bebés que nacen en el mundo. No siempre se ve en la lengua, puede alterar el peso del bebé, el tamaño de sus extremidades y puede provocar el desarrollo de tumores.
Paisley se alimentaba con una sonda porque por su condición, era imposible que tomara pecho o del biberón como cualquier otro bebé. Así pasaron seis meses hasta que se dieron cuenta que la lengua seguía creciendo y que comenzaba a provocarle serios problemas para respirar, sin embargo, a pesar de esto, los doctores se negaban a operarlo pues afirmaban que era sumamente peligroso y que el bebé podría no sobrevivir. Llena de desesperación, su madre quien a su vez era doctora, decidió practicarle la cirugía ella misma, eliminando aproximadamente 7 centímetros.
Afortunadamente la cirugía fue todo un éxito y actualmente se encuentra recuperándose favorablemente.
Ahora Paisley puede sonreír, comer y balbucear como todos los otros niños y ya hace esfuerzos por decir sus primeras palabras.
Parece que la niña deberá recibir terapia de lenguaje pero por ahora, está disfrutando de todo lo que se había perdido por su condición, es una bebé hermosa y muy feliz. Sencillamente el amor de una madre lo puede todo…