En realidad, esto no es nada que coja por sorpresa a ningún dueño de perro. Los celos que nuestras mascotas pueden sentir son algo muy real, lo sabemos bien. Van mucho más allá de lo simplemente metafórico… ¿pero cuánto más allá?
Dos investigadoras en San Diego, California, han llegado a conclusiones sorprendentes. Tras realizar un estudio con 36 perros de diferentes razas y tamaños, detectaron que éstos sentían celos al ver que sus amos les prestaban mayor atención no ya a otras mascotas… ¡sino a animales de peluche! Gruñían o ladraban y trataban de recuperar la atención hacia ellos, incluso apartando a sus amos del objeto que entendían como un rival. Sin embargo, si sus dueños manifestaban “cariño” hacia otros objetos o les ignoraban para ponerse con otras actividades, no se perturbaban tanto.
Aunque suene divertido, lo cierto es que esto forma parte de uno de los instintos más primitivos de nuestros canes, algo que remite a su etapa asilvestrada: es un mecanismo de competencia frente a los intrusos y de protección de sus recursos. Entienden que su relación con su amo dentro de la “manada” es importante, así que no quieren que aparezca un extraño a arrebatarles el sitio. También podemos extrapolar esta comportamiento, lo que significa, a nosotros: en el fondo, los celos que los seres humanos sentimos provienen de la misma fuente. Si tenéis curiosidad por el estudio al completo, podéis leerlo en la revista en la que ha sido publicado, Plos One.
Mucho cuidado con los celos
Más allá de que esto sea una anécdota simpática (y una muestra más de que hay estudios de todo tipo en el mundo de las mascotas), debemos estar muy atentos si detectemos que nuestro perro se comporta de forma excesivamente celosa con otro animal, incluso con un niño en casa. Puede llegar a pasar de la simple advertencia a la agresión. Para evitar que esto suceda, además de establecer distancias si es necesario (especialmente en el caso de los bebés), es importante que siempre demos a entender a nuestro amigo de cuatro patas que no está siendo desplazado. Que mantiene su “estatus” con respecto a nosotros.