EL NIÑO Y LOS CLAVOS
Había una vez un niño que tenía muy mal carácter, especialmente en su trato con los demás. Un día su padre quiso darle una lección para ayudarle a controlar esos arrebatos que tenía con mucha frecuencia.
Le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma debería clavar un clavo en la cerca de madera que se encontraba atrás de la casa. El primer día el niño clavo 34 clavos en la cerca… Pero poco a poco fue calmándose porque descubrió que era mucho más fácil controlar su carácter que clavar todos esos clavos en la cerca. Finalmente llego el día cuando el muchacho no perdió la calma para nada, estaba tan contento que corrió a decírselo a su padre y entonces el papa le indicó que por cada día que controlara su carácter debería sacar un clavo de la cerca.
Muchos días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca.
Entonces el papá acompaño a su hijo hasta donde estaba la cerca y le dijo:
Mira hijo, has hecho bien en dominar tu carácter, pero ¿te fijaste en todos los agujeros que quedaron en la cerca?…
Ya la cerca nunca será la misma de antes… Cuando dices o haces cosas con coraje, dejas una cicatriz en las personas como este agujero en la cerca.
Es como meterle un cuchillo a alguien, aunque lo vuelvas a sacar la herida ya quedo hecha. No importa cuántas veces pidas perdón o disculpas, la herida está ahí… Una herida física es igual de grave que una herida verbal…