Se cree que los hijos varones deben ser educados con más dureza que las niñas. Sin embargo, un estudio reciente descubrió que los niños, en sus primeros años de vida, deben ser tratados aún con más ternura y cuidado que las niñas.
Por qué son más difíciles los varones?
El neuropsicólogo Allan Shore muestra una visión general de la investigación de sus colegas, que fundamenta que el hemisferio derecho del cerebro se desarrolla más lentamente en los niños que en las niñas. Debido a esto, los niños son menos susceptibles a los sonidos y las personas que le rodean, siendo más irritables y exigentes. Para ellos, es más difícil tolerar el estrés y son menos resistentes a los trastornos neuropsiquiátricos, tales como el trastorno por déficit de atención, autismo… que se manifiestan a una edad temprana.
Esta falta de contacto con la madre conduce a unos niños con una inquietud elevada y afecta a la formación de conexiones neuronales en el cerebro que son responsables del autocontrol y la socialización.
Una relación tierna y fuerte con la madre es vital para los niños. Esto afecta en gran medida el desarrollo de su cerebro inmaduro justo en el primer año de vida.
4 Consejos de Allan Shore para los padres
1. No separar a la madre del bebé al nacer. La separación, inmediatamente después del nacimiento, genera un elevado estrés en todos los niños, pero para los varones es particularmente perjudicial, ya que conduce a un aumento brusco de la hormona cortisol. Si los niveles de cortisol son elevados durante mucho tiempo, puede afectar el desarrollo del cerebro y la salud del niño.
2. Pasar con tu hijo toda la baja maternal, por lo menos, durante el primer año. Durante este período, los niños son los más vulnerables.
3. No ser rígido en la educación de los niños, especialmente en los primeros años de vida. Evita el estrés, percibe con paciencia las manifestaciones de las emociones negativas. No le impidas llorar, ni lo avergüences por eso, y no lo dejes solo durante su llanto y sufrimiento. Con frecuencia, abrázalo, bésalo.
4. En los niños pequeños tienen un gran impacto negativo las toxinas ambientales (por ejemplo, los fenoles). Es perjudicial en el desarrollo del hemisferio derecho del cerebro. Debemos estar siempre atentos a todo lo que rodea a nuestro bebé.