10 cosas que haces!!! que aunque no se coman!! “engordan”

Alimentarse correctamente es el factor fundamental para no tener sobrepeso u obesidad. Lógicamente, también ayuda hacer ejercicio. La combinación de dieta y actividad física es la fórmula perfecta para mantenerse sano y en buen estado.

Sin embargo, hay muchos factores que influyen en el peso de una persona, y hay algunos malos hábitos o actitudes que pueden llevarnos a aumentar de peso aunque la dieta sea la más planificada y saludable de todas.

Conocerlos nos permitirá estar atentos y mejorar nuestra manera de desenvolvernos diariamente. 
Si sientes que, aunque intentas mejorar a diario la calidad de tu alimentación, te sigue costando bajar de peso, puede que la respuesta esté en que debes cambiar algunas de estas malas costrumbres. 


1. Dormir poco 

Es importante que respetemos las horas de sueño que nuestro cuerpo necesita, para poder tener un día completo lleno de energía. En cambio, si no descansamos como es debido, nuestra salud puede alterarse. Entre esos cambios, el peso puede estar afectado. 

Un estudio de la Universidad de Bristol en Reino Unido demostró que, tomando como punto de comparación a personas que duermen 8 hs. diarias, cada hora menos de sueño equivale a 3% más de grasa. 

La razón de este proceso es que la falta de sueño aumentan los niveles de ghrelina en sangre (la hormona que avisa al cerebro que es necesario alimentarse) y disminuye los niveles de leptina (la hormona supresora del hambre). Para decirlo de modo simple: cuando dormimos poco, tenemos más ganas de alimentarnos. ¿No te ha pasado? Por eso, dormir correctamente (8 hs. diarias), es una excelente manera de regular nuestro apetito y comer sólo lo que realmente necesitamos. 
 

2. Ver demasiada televisión 

Si no quieres aumentar de peso, deberías dejar las largas maratones de TV para los domingos, y el resto de la semana reducirlo a menos de dos horas diarias seguidas. ¿Por qué? Porque dos horas o más de TV por día incrementan un 23% el riesgo de obesidad, de acuerdo a la Universidad de Harvard. Algunos de los motivos que conducen a estas cifras son: que generalmente se acompaña el visionado de TV con la ingesta de snacks; que el exceso de TV disminuye el ejercicio físico; y que también empeora el sueño; entre otros. 

3. Saltearse comidas 

Cuando nos salteamos una comida importante, el cuerpo lo siente como una señal de alarma. Entonces, pone en marcha un mecanismo de defensa: ahorro de energía y acumulación de grasas para el futuro. Así, provocamos que el metabolismo funcione más lento, y si convertimos en hábito comer de forma desordenada, también el metabolismo se acostrumbrará a estar en “modo ahorro de energía” y acumularemos más grasas. Lo mejor es tener una rutina saludable y comer en los horarios adecuados, las comidas propicias.

4. Las personas que te rodean

¿Sabías que la obesidad se contagia? Según un artículo publicado en American Journal of Preventive Medicine, si las personas que nos rodean tienen obesidad, nuestra probabilidad de aumentar de peso es mayor. Esta tendencia puede elevarse entre un 37 y un 57 %. 

Además, que nuestra familia tenga obesidad (nuestros hermanos o padres) también aumenta nuestra probabilidad de tenerla, y no sólo por la genética: también por este efecto “contagio”.

La buena noticia es que sucede lo mismo con la delgadez. Así que, si todos tus amigos son delgados, no te preocupes: también tienes más probabilidad de serlo tú. 

5. El trabajo nocturno

Si estás dentro del grupo de personas que suele trabajar en su casa, debes tener cuidado ante la tendencia de hacerlo de noche. Si bien puede ser un horario tentador para eliminar las distracciones, no es lo más recomendable.

Está comprobado que trabajar de noche puede contribuir al sobrepeso. En parte, porque nos incentiva a comer de más después de la cena, en general cosas calóricas. Pero la principal razón es que los humanos estamos programados para dormir cuando no hay luz y comer de día. Si alteramos esta relación, nos causamos desórdenes fisiológicos, lo que provoca una disminución del gasto energético diario total.

6. La depresión y el estrés

Más de la mitad de la población reacciona a la depresión y al estrés comiendo de más. Especialmente, aumentando la cuota de alimentos ricos en grasas y azúcares: dulces, postres, etc. La razón está vinculada al sistema de recompensas de nuestro cerebro, que asocia ese tipo de ingestas con la satisfacción. Básicamente, porque consumir esos alimentos nos hace sentir bien momentáneamente. 

Ahora que lo sabes, lo ideal es que, cuando sientas mucha ansiedad por comer ese tipo de comidas, te preguntes qué es lo que te está llevando a sentirte así y qué otra cosa podrías hacer para sentirte mejor sin aumentar de peso. 

7. Abusar de la comida preparada 

Es cierto, cuando las casas de comida ofrecen un precio increíble por un plato que se ve súper apetitoso, resistirse es complicado. Es más: a veces hasta resulta más barato que preparar la comida en casa, y de manera mucho más fácil. Sin embargo, comer demasiada comida preparada puede hacerte aumentar de peso. Aunque esa porción se vea muy saludable, puede que contenga exceso de aceites, grasas saturadas o harinas, lo que lleva a que las calorías aumenten notablemente. 

Antes de caer de lleno en las ofertas del día, piensa mejor en los efectos a largo plazo que puede tener en tu peso: tal vez te den más ganas de cocinar después de eso. 

8. Tenerle miedo a la balanza 

No queremos ser hirientes, pero tenemos algo para decirte: el hecho de que no controles tu peso regularmente no te hace más delgado. De hecho, está comprobado que las personas que se pesan a diario tienen más facilidad para bajar de peso que aquellas que no lo hacen nunca. Según investigaciones de The New England Journal of Medicine, los que tienen balanzas en sus casas y se pesan a diario tienen 82% menos probabilidades de recuperar peso que aquellos que no.

Los motivos son varios, pero el fundamental es que conocer tu peso te hace tomar conciencia de él, y por ende, contribuye a tu esfuerzo por adelgazar. Además, hacer un control del peso regular o diario te ayuda a detectar las situaciones que te hacen aumentar de peso, y las que te ayudan a bajar. 

9. Dejar de fumar

No cabe duda que dejar de fumar es una de las mejores decisiones que uno puede tomar. El cigarrillo perjudica a nuestro organismo de maneras impensadas. Sin embargo, es normal que al dejar de fumar una persona engorde. En primer lugar, porque la ansiedad por la nicotina puede llevar a comer demás. Por otra parte, el cambio de hábito también ralentiza el metabolismo, y aumenta el apetito. 

 Si estás pensando en dejar de fumar, puedes tomar algunas medidas preventivas para no aumentar de peso (y no sentir el cambio de hábito como un error, porque no lo es). Fíjate recompensas que no estén vinculadas con la comida, apúntate al gimnasio (piensa que, una vez que dejes de fumar, te resultará más fácil hacer ejercicio), e introduce algunos de los buenos hábitos que hemos mencionado (como dormir 8 hs. diarias). 

10. Creer ciegamente en los productos “light” 

 El marketing es hoy el dueño de nuestra vida. Vivimos rodeados de publicidades que tratan de convencernos de los beneficios de un producto. Así, para intentar vender más, muchas marcas sacan sus líneas de productos “light”, con lo que tratan de convencernos de que consumirlos no nos hará subir de peso (es más, hasta nos hacen creer que nos harán adelgazar). Pero la realidad es que esto no es tan así.

El hecho de que un producto tenga menos calorías que otro no lo hace más sano. Por ejemplo, está demostrado que consumir lácteos ricos en grasas reducen el riesgo de padecer obesidad. La razón es que nos dan una alta sensación de saciedad en porciones pequeñas. Por eso, antes de elegir un producto simplemente porque se lo rotule de light, es mejor informarse bien y elegir a conciencia. 

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